Somos los perfectos parabatai. Protegiéndonos las espaldas sin descanso, nunca nos separarán, amigas y compañeras hasta el final.
.........................................................................................................................................................................................................................Ave Atque Vale. "For you to be my eyes when I do not have them. For you to be my hands when I cannot use my own. For you to be my heart when mine is done beating."

jueves, 20 de junio de 2013

Runas en mi Piel. Fic de Cazadores de Sombras - Capítulo 1

Capítulo 1

Naia y yo habíamos sido los mejores amigos desde que tenía uso de razón. Nos gustaba escaparnos de nuestras clases y correr por los desiertos pasillos del Instituto, huyendo de nuestro mentor, que nos perseguía hasta quedarse sin aliento.
     Solíamos ir juntos al parque y hacer carreras para ver quién escalaba antes un árbol, y después de que ella me ganara (siempre lo hacía), nos quedábamos tumbados en las ramas contándonos cosas mientras veíamos cómo el viento movía las hojas del árbol.
     Ella tenía un año menos que yo, una deslumbrante melena rubia, ojos verdes grisáceos, y una enorme sonrisa; era bajita, delgada y muy ágil, por lo que escalaba muy bien. También era muy inteligente, y dibujaba genial.
     Naia era mi alma gemela. Allá donde estuviera ella, estaba yo. Nos divertíamos juntos, y mi vida en el Instituto habría estado vacía sin ella. Cuando jugábamos al escondite, era un hacha. Siempre se buscaba un nuevo lugar donde ocultarse, y yo acababa desistiendo a encontrarla, por lo que ella se reía de mí constantemente.
     El lugar favorito de Naia era la enorme biblioteca que ocupaba una gran parte del ala izquierda del Instituto. Cuando ella estaba triste, solía esconderse en un pequeño y oscuro hueco que había entre dos estanterías, y muchas veces se quedaba dormida allí, con lo cual pasaban varias horas sin que nadie la hubiera visto, y todos los habitantes del instituto se volvían histéricos buscándola. Me costó varios años encontrar el lugar donde se escondía, pero desde entonces fue como nuestro escondite secreto.
     Cuando la madre de Naia, la directora del Instituto y un importante escaño en La Clave se iba de viaje a Alacante, cosa que ocurría a menudo, Naia y yo solíamos quedarnos al cuidado de mis padres, que cada vez que jugábamos juntos o reñíamos por cualquier tontería se miraban y decían cosas como “Ay, que bonita pareja...”. Entonces yo abrazaba a Naia por la espalda hasta casi aplastarla, y ella soltaba uno de sus “¡Aaarghhh! ¡Quita!”, y me empujaba lejos. Yo me reía de ella, que me miraba con asco, y mis padres soltaban risitas tontas. Los mayores solo pensaban en tonterías y en cosas aburridas como el amor.
     Si mis padres tenían una misión de última hora (básicamente, todas las misiones lo eran) y tenían que salir cuando la madre de Naia se encontraba fuera, nos quedábamos al cuidado del profesor Sigh, un Nefilim viejo y gordo que hacía mucho que había dejado de luchar para dedicarse a la enseñanza. El profesor era nuestro mentor, y nos daba aburridas clases de religión y latín “para educaros en el arte de los guerreros Nefilim”, como él solía decir. Naia era una estudiante muy aplicada y sacaba siempre muy buenas notas, pero yo me aburría mucho en clase, porque me parecía una tontería que un Cazador de Sombras tuviera que saber latín para matar a un demonio. Yo tenía muchas ganas de cumplir los 12 años para comenzar a aprender a luchar como hacían mis padres.
     Cuando nos quedábamos con el profesor siempre nos estábamos burlando de él, haciendo tonterías como peleas de bolitas de papel entre nosotros (bolitas que nunca acertaban el objetivo e iban a parar a la calva del profesor Sigh) o corriendo de un lado al otro del Instituto mientras éste nos perseguía sin aliento, hasta que acababa tirado en el suelo, rojo como un tomate y sudando como un pollo, intentando recuperar el aliento. Le gustaba murmurar cosas como: “No dais más que problemas. Cuando seáis mayores seréis unos revolucionarios, puedo verlo. Lo que nos espera a todos cuando estos dos crezcan...”. Creo que él nos odiaba bastante, y cuando le hacíamos esas cosas solía mandarnos el doble de deberes, aunque merecía la pena por ver su cara.
     Pero cuando Naia y yo nos encontrábamos a solas con su madre, la cosa cambiaba completamente. La madre de Naia, Lynette, una Cazadora de Sombras de origen francés, era una mujer muy seria y estricta. La familia de Naia se suponía que era muy rica, y como solía decir su madre, “provenimos de una larga estirpe con sangre de la realeza, y debemos hacer honor a nuestro apellido comportándonos como unas damas de nuestra categoría se supone que deben hacer”. Naia había sido educada para ser una señorita, y bien que lo demostraba cuando estaba en presencia de su madre. Pero yo sabía que dentro de ella escondía un alma rebelde, que no estaba de acuerdo con la educación que le proporcionaba su madre, un alma guerrera. Alma de Cazadora de Sombras.
     Lynette era una mujer cuadriculada, ordenada y estricta. Siempre vestía de gris y llevaba su cabello rubio platino recogido en un perfecto moño estirado sobre la nuca. Su espalda estaba recta como una vara, y juntando eso con su seria cara y su agria mirada, daba una impresión imponente y aristocrática. Pero aristocrática al estilo de esas viejas estiradas de las películas históricas. Su aspecto hacía que pareciera, al menos, diez años más vieja de los treinta y dos que tenía por aquel entonces. No se parecía en nada a su hija, no tenía espíritu de Cazadora de Sombras. No me gustaba.
     Cuando estábamos con su madre, Naia dejaba de ser mi alocada mejor amiga para convertirse en una pequeña dama de postura correcta y palabras corteses. Yo intentaba lo más que podía portarme como un buen chico, pero era incapaz de resistirme a sacar una sonrisa de la cara seria de Naia, y siempre acababa picándole o poniendo caras raras hasta que ella no podía más y soltaba una risita. Entonces su madre bajaba la aburrida revista que siempre estaba leyendo, levantaba la mirada hacia nosotros, nos miraba echando chispas por los ojos, y decía:
     —De verdad, hija, no sé cómo puedes relacionarte con personajes tan maleducados y rebeldes. Eso no es propio de una señorita.
     Entonces yo le sacaba la lengua con odio, y Naia contestaba:
     —Pero, madre —sí, llamaba madre a Lynette, ella era muy estricta con respecto a eso—, Jar es mi mejor amigo. No tengo más amigos aquí, no es justo que me prohíbas estar con él.
     Entonces ella me miraba de nuevo con odio, suspiraba, y se iba murmurando “este chico solo va a darnos problemas...”, y cosas por el estilo. Yo miraba cómo se iba con una sonrisa de suficiencia, y después comenzaba a pinchar a Naia en el hombro con mi dedo, hasta que ella empezaba a reír y gritaba: “¡Para, idiota!”. Entonces se tapaba la boca para ocultar su risa, esperando que su madre no la hubiera oído. Y entonces yo estaba seguro de que había recuperado a mi mejor amiga.
     Siempre tuve la sensación de que no le gustaba a Lynette. Nunca supe por qué lo hacía. Quiero decir, era un niño algo revoltoso, muy rebelde, y en su opinión no era adecuado para una “señorita” como Naia, pero no recordaba haberle hecho algo tan horrible como para que me odiase. Ella simplemente me miraba con odio cada vez que me veía, como si hubiera algo hecho algo tan malo que no podía cambiar. Siempre se quejaba de mí, y buscaba cualquier excusa para reñirme por mis inocentes bromas.
     Pasó el tiempo, y yo cumplí doce años. Las clases con el profesor Sigh pasaron a un segundo plano, y comencé a entrenarme junto con mi padre para aprender a luchar. Durante unos meses aprendí más sobre los Nefilim entrenando de lo que lo había hecho sentado en una silla. Aprendí a usar las armas, técnicas de todas las clases de artes marciales, a defenderme, y sobre todo, a defender a los demás.
     En ese tiempo estuve algo separado de Naia, pero ella solía ir a verme entrenar cuando terminaban sus clases, y cuando yo acababa me sonreía, decía lo bien que lo había hecho, me revolvía el pelo y me daba una botella de agua. Después íbamos juntos a dar una vuelta, y nos contábamos mutuamente lo que habíamos aprendido ese día.
     Antes de que me diera cuenta, había pasado un año, y ya era la edad de Naia de comenzar a entrenar. Cuando se lo comenté ella rió emocionada, y fuimos a preguntarle a mi padre cuándo comenzaría a entrenar con nosotros.
     Lo encontramos en el despacho de Lynette, hablando con ella. Bueno, no sé si hablar es la definición correcta. Más bien estaban gritando.
     —Es una Cazadora de Sombras, Lynn —decía mi padre—. Es su obligación como tal ser entrenada para luchar.
     —¡Naia ha sido educada para ser una señorita, no una asesina! —contraatacaba Lynette— Tal vez tenga sangre Nefilim, pero nunca permitiré que sea como vosotros. Soy su madre y su tutora, y le prohíbo acercarse a la sala de entrenamiento. No permitiré que le ocurra algo malo, y es mi última palabra, Roger.
     La madre de Naia se giró para marcharse cuando nos vio a los dos espiando. Miré a mi amiga. Sus ojos estaban brillantes por las lágrimas.
     —Madre, yo... —comenzó a decir con la voz rota, pero antes de acabar la frase su madre cruzó la sala en dos zancadas, la cogió de la mano y se la llevó de allí.
     Miré cómo se desplazaban por el pasillo a la velocidad de las largas zancadas de Lynette. Naia se giró para mirarme con sus preciosos ojos llenos de lágrimas, diciendo con su expresión “Ayúdame”.
     Me dispuse a salir corriendo hacia donde ella estaba cuando sentí la pesada mano de mi padre sobre mi hombro.
     —Déjala, Jareck.
     —Pero...
     —No puedes hacer nada, hijo —me cortó—. Déjalo.
     Le miré con odio mientras la ira se deslizaba sobre mí.
     —¿Por qué? ¡¿Por qué?! ¡No es justo! Naia estaba tan emocionada de que por fin iba a entrenar con nosotros, y esa idiota ha...
     —Basta —volvió a cortarme mi padre, esta vez mucho más serio. Se arrodilló junto a mí y me miró. Sus ojos grises, reflejo de los míos, estaban llenos de dureza y a la vez tristeza. Justo como imaginaba que estarían los míos, ahora que la ira comenzaba a desvanecerse y la impotencia se abría paso en mi corazón.
     —Lynette es la madre de Naia —dijo mi padre—, da igual lo que ella o cualquiera de nosotros quiera, al final es ella la que tendrá la última palabra. Aunque si la Clave se entera de esto y Naia reivindica que quiere ser entrenada como Cazadora de Sombras, poco podrá hacer ella por evitarlo.
     Terminó con un suspiro. Al principio pensé que esa era una opción genial para solucionarlo, pero algo en la mirada de mi padre me indicó que no era buena idea. Tal vez porque no quería meterse en problemas con la Clave, o tal vez porque la madre de Naia era muy importante en ésta y seguramente no serviría de nada.


     El caso es que al final no pude hacer nada para evitar que Naia no fuera entrenada.

*-*-*


miércoles, 19 de junio de 2013

Nueva historia. Páramos. Capítulo 1.

El sonido martilleante del despertador acaba con toda la magia de un sueño reparador, y entreabro los ojos, dejando que una minúscula rendija de luz contraiga mis pupilas. Entonces recuerdo qué día es hoy, y haciendo la croqueta a la velocidad del rayo, me caigo de la cama, dándome un fuerte golpe en la nuca. "Beh, igualmente, si no fuera porque me he caído nunca me habría despertado del todo", pienso, decidida a ver el lado positivo de las cosas.
Pero entonces recuerdo quién soy de verdad. Soy Ada Sage, no Heidi de las praderas, y tengo que comportarme como una chica seria y responsable, sobre todo hoy. Me dirijo a la cocina, y veo que mi madre ya está levantada. Se ha puesto un vestido lila que le regaló mi padre por su aniversario cuando yo era todavía muy pequeña. Cuando me ve entrar, se sobresalta:
-¡Ada! ¿Todavía no te has vestido? Pero, ¿qué haces en pijama? -exclama. -¡Tienes que ponerte el uniforme, rápido!
-Vale, vale -replico somnolienta. -Ya voy.
-¡Venga, deprisa! ¿Dónde está tu hermana? -me pregunta, llevándome de la mano hasta el baño, y peinándome la enmarañada melena con un cepillo.
-No sé -respondo, bostezando. La verdad es que no lo sé. ¿Cómo lo voy a saber, si hace un momento ni siquiera sabía quién era yo? Mi madre resopla exasperada e intenta recogerme el pelo en lo alto de la cabeza con su pinza en forma de flor blanca, pero éste se resiste tanto que al final ella se rinde, recurriendo a mi cómoda trenza habitual. Le lanzo una mirada fulminante a la chica de ojos verdes y otoñales del espejo. Más le vale a esa niña del espejo comportarse para no deshonrar a la familia, para variar. Arrugo la nariz, y las pecas que me salieron este verano resaltan sobre la piel blanca. Mi madre me observa, preocupada:
-Será mejor que dejemos esto ya y vayas a vestirte -me dice.
-Vale -respondo, y salgo disparada a mi habitación. El uniforme negro y plateado cuelga del respaldo de la silla. Seguramente mi madre lo lavó ayer, lo cual tiene mucho mérito, ya que tengo que ponérmelo todos los días, y últimamente no hay mucho dinero para comprar dos uniformes de combate. De hecho, muchas familias comparten uno todos, o no tienen, porque cuestan una auténtica fortuna. Mis padres se gastaron mucho dinero en el mío cuando cumplí los diez años.
Recorro con los dedos las desgastadas mangas. No, por mucho que lo laven las marcas y los recuerdos siempre estarán ahí. Me quito el pijama y me enfundo en el traje, mientras un escalofrío me recorre la espalda. Hoy es el gran día. Hoy, además de la comodidad y el respeto que me infunde el uniforme, también siento otra cosa, solo que no sé ponerle nombre. Me miro en el espejo de cuerpo entero de mi habitación. Me siento como en uno de esos momentos en los que pareces otra persona, cualquiera, menos tú. Sostengo el arco con flechas tallado a medida que me pertenece desde hace unos años, y mi espada favorita, a la que llamo "Prosyneski". Vuelvo a contemplar mi reflejo. No me convence, pero es lo que hay. Recuerdo a mis entrenadores, y pienso en lo que dirían si me vieran: "Porte alto, orgullo por ser lo que eres, pero no sobreestima. Humildad pero no desconfianza". Así que enderezo la espalda, apuntando con la barbilla hacia adelante. Creo que con esto ya es suficiente. Bajo a la cocina, otra vez.
-Ya estoy -anuncio.
-De acuerdo, vámonos ya -responde mi madre, y veo que tiene las mandíbulas fuertemente apretadas y hay cierta tensión en su voz: está nerviosa.
-No va a pasar nada, mamá. Ya hemos hecho esto miles de veces, pasa todos los años -la intento tranquilizar, pero no da resultado.
-Está bien, vale. Vámonos -me contesta, y justo entonces entra mi hermana por la puerta, vestida con un traje rojo. Me vuelvo hacia mi madre con gesto de desesperación:
-¡Mamá! ¿Cómo puedes haberlo olvidado? ¡El rojo es el peor color que podíais haber elegido! ¡Ahora sí que nos expulsarán! -grito, en cuanto la veo entrar.
-¡Mónica! -grita también mi madre. -¡Te dije que te pusieras el vestido azul!
El rojo es el color de la rebeldía, por eso aquí evitamos utilizarlo, sobre todo es días como este, en los que la gente de otras ciudades nominará a los jóvenes mayores de diecisiete años que mejores sean en los entrenamientos y que más hayan estudiado este año, y les harán pasar por unas pruebas que solo podrán superar algunos. Después, nombrarán ganador al que más haya resistido y le mandarán a su casa con un premio que muchas veces es bastante generoso, comparado con las condiciones de vida que hay aquí. Hasta ahí, las tradiciones de nuestros pueblos podrían denominarse hasta como "normales", pero cuando te dicen que, si sales elegido podrías morir, ser torturado o hacer que te arrancaran el alma si no ganaras, la cosa cambia.
Mónica hace un ruido como de gato enfadado, pero accede:
-Vale, ya voy -murmura, saliendo de la cocina.
-Bien, en cuanto tu hermana salga nos iremos -me dice mi madre. Y ya sé lo que eso significa. Dentro de dos años empezaré a entrar en la selección, y podrán elegirme. Lo peor es que ni siquiera puedes entrenar mal aposta para que no te elijan, porque siempre te acabarán pillando y castigándote con azotes, latigazos o cosas peores.
Mi hermana vuelve a los pocos minutos, con esos bucles oscuros resbalándoles por los hombros. Clava sus ojos dorados en nosotras:
-Mamá, ¿nos vamos ya? -le pregunta a mi madre. Mi hermana es realmente una de las pocas personas que conozco que, aunque a veces puedan parecer tontas son realmente las primeras en las que puedes confiar. No sé por qué digo esto, simplemente me viene a la cabeza cada vez que, en estos días difíciles es la que se encarga de levantarnos los ánimos a mi madre y a mí.
-Sí, vámonos ya -contesta mi madre. Camino por la calle como si me pesaran los pies, aunque sé que no me podrán elegir no deja de ser doloroso ver cómo nos manipulan desde que nacemos. Mientras pienso en esto noto un picor en el antebrazo, y recuerdo entonces la cicatriz de la herida que me hice el otro día entrenando. Sin saber por qué esto me lleva a la conclusión de que he crecido con heridas, sangrando por mantener mi puesto en el entrenamiento. Miro a Mónica, su forma de andar por la calle, creyendo que la vida es solo diversión, y me dan ganas de gritarle al mundo que yo también soy una persona. Pienso. Existo. Vivo.
Cuando llegamos a la plaza nos cuesta encontrar un sitio en el que podamos ver. Aunque no me importaría nada perdérmelo, mi madre sabe que no es ético escaquearse de estas cosas que involucran y afectan a todo el pueblo; así que cojo de la muñeca a mi hermana e intentamos sortear a la gente que tapona la plaza. Es entonces cuando veo unas zapatillas de color marrón, desgastadas por el uso, acercándose a mí. La zancada que dan esas piernas largas es relajada y a la vez tensa en el gemelo. Sonrío. Solo una persona en el mundo podría hacerme sentir tan segura. Levanto la cabeza y me encuentro con esos ojos color verde pardusco y esa mata de pelo de color rubio tostado, casi marrón.
-Ya pensaba que os ibais a ir de pingo y no me invitaríais -me dice a modo de saludo, pero sonríe. -¿Dónde estabais?
-Mi hermana se ha puesto un vestido rojo y ha tenido que ir a cambiarse -respondo, devolviéndole la sonrisa involuntariamente. Él asiente, dándome a entender que lo ha comprendido y es consciente de la gravedad y de todo lo que está en juego. A veces pienso que él, Noé, mi amigo de toda la vida es mucho más consciente de lo que pasa a nuestro alrededor que cualquiera de las personas adultas que conozco. Justo entonces suena el timbal.
-Lástima -comenta Noé, a pesar de que todo el mundo se arremolina atemorizado alrededor de la mesa en la que están los Irabitas. -Ese timbal sigue desafinado. Si lo arreglaran, sería una gran ayuda para la sociedad -añade, casi gritando, para que los Irabitas le oigan bien. Ahogo una carcajada. Los Irabitas son los que seleccionan a los jóvenes que participarán. Normalmente suele ser gente sabia que presume de conocimientos. Veo que un hombre se acerca a Noé y le llama la atención. No entiendo muy bien lo que dice, pero me lo puedo imaginar cuando Noé responde:
-¡Bueno, bueno, vale, tranquilo! ¡Tiene uno un buen oído musical y ya se le echan encima! -exclama con indignación. Yo estoy a punto de reírme de nuevo, cuando veo que uno de los Irabitas, el de la túnica color amarillo pálido y verde botella saca un pergamino amarillento y lee lo que hay escrito:
-El Consejo de Irabitas ha tomado una decisión -anuncia, y le pasa el pergamino a uno de los Irabitas de túnica blanca. Éste lee:
-Del pueblo de Rush participarán Ágora Mille y Chewen Mij. De Mólide participarán Clúdire Bonet y Pégores Mojtángome. De Hiruide hemos seleccionado a Loida Duttembrech y Ayaum Cutlem. De Youraibe han sido elegidos Ezra Demig y Violeta Shariga -la siguiente pausa se me hace eterna, y cuando el Irabita pronuncia las siguientes palabras siento que se me cae el alma a los pies: -De Nagash hemos elegido a Noé Asensio -tiemblo, sé qué nombre va a salir ahora, porque si no, no habría historia; no me cuadra en la cabeza, el protocolo lo prohíbe, pero de alguna manera sé que será así -, y a Ada Sage.
Oigo murmullos a mi alrededor, es imposible, no puede ser. Voces que gritan que no nos pueden elegir, que somos menores de diecisiete. Gente enfadada. Me mareo y algo se me paraliza, rezo para que ese órgano que siento que me falla no sea mi corazón. Noé. ¿Por qué a él? ¿Por qué nosotros? Si hay algo que me asusta más que ser elegida es que lo elijan a él. Si de verdad lo han elegido... Si no hay ningún error -y mi instinto me dice que no lo hay- entonces ya no quiero seguir viviendo. Mi subconsciente lo ha decidido, y antes de que pueda pensar en lo que estoy haciendo, mi cabeza choca contra el suelo y solo veo sangre.


sábado, 15 de junio de 2013

Comienza el verano (en Bluxiard, por lo menos, sí) + PREMIERE DE CdS EN MADRID

Buenos días, Nefilims, y feliz verano!!!
Bueno, aunque algunos aún siguen con los exámenes (yo os compadezco, oh, mortales), entre ellos, y por desgracia, mi querido Huevo Frito, en mi instituto acabamos el curso ayer.
Sé que no he subido nada desde que empezamos el blog, precisamente porque estaba con los finales y no tenía tiempo ni para pensar. Juro que no sé cómo ha hecho Clara para encontrar un momento para subir estos días, pero se lo agradezco.
Ahora que ya he empezado el verano tendremos muuucho tiempo libre para escribir.

Bien, ahora a lo que iba, que me desvío.
Todos los Nefilim sabrán ya que este año, más concretamente en el mes de agosto, se estrena la esperada adaptación cinematográfica del primer libro de la saga Cazadores de Sombras: Ciudad de Hueso.
eOneSpain ha confirmado que habrá una premiere de la película en Madrid, que probablemente sea antes del estreno de la película (el 30 de agosto) pero ese mismo mes, así que apuntadlo en el calendario, porque también han anunciado que ¡el cast de la película estará presente en la premiere!
Para la persona que aún no sepa nada del cast o la película, aquí dejo varias fotos sobre eso:

Lily Collins es Clary Fray







Adoramos a Lily



Jamie Campbell Bower es Jace Way...land,
 dejémoslo así por ahora xD

Hay gente a la que no le gusta como Jace,
 pero mejor para el resto


Tendremos más de esto para nosotras <3
La verdad, no me convence 
mucho, parece algo mayor 
para un adolescente, pero estoy 
deseando ver Malec ya <3

Kevin Zegers es Alec Lightwood

Godfrey Gao como 
Magnus Bane

Por el Ángel, me mata. Es perfecto.
Lo adoro <3

Jemima West como
Isabelle Lightwood

Izzy es genial, me
gustaría ver su látigo.
Aunque el lanzallamas del
trailer era increíble


Robert Sheehan como
 Simon Lewis
Es genial, es... exactamente Simon xD















Lena Headey es Jocelyn Fray, la madre de Clary.


Jonaathan Rhys Meyers es nuestro
odiado Valentine Morgenstern

Carol Christine Hilaria Pounder es Madame Dorothea
Jared Harris (que resulta ser Moriarty en la peli
de Sherlock Holmes) es Hodge Starkweather



Aidan Turner es el genial Luke Garroway

Por último (este es el que más gracia me ha hecho xD)
Chris Ratz es Eric, el mejor amigo de Simon.

Un dato curioso (que todo el mundo que sepa sobre esto lo conoce, pero bueh'):
¿Sabíais que Clary y Jace (o sea, Lily y Jamie)....
...en la vida real están juntos?    
Son amor <3 Clace al poder!


















Tenemos TANTAS ganas de ir a verla.... Si mi parabatai tiene suerte, podrá ir a la premiere, porque vive en Madrid, pero yo no sé si podré... aún así, haré todo lo que pueda para ir a ver la peli con mi adorado parabatai <33




miércoles, 5 de junio de 2013

Reseña literaria: "Las ventajas de ser un marginado"

TÍTULO: VENTAJAS DE SER UN MARGINADO
AUTOR: STEPHEN CHBOSKY

Bueno, esta historia llevaba persiguiéndome durante milenios... No, en realidad desde el día 1 de marzo, aproximadamente, día en que me lo recomendaron, hasta el 11, que fue mi cumpleaños y me lo regalaron xD
Aún así, tengo que decir que fue una espera MUY larga para una lectora voraz y ávida de sangre (vale, no) como yo.
Os cuento de que va, ¿vale?
Charlie es un chico demasiado ingenuo y sincero que va al instituto y vive en una familia en la que todos son a veces un poco raritos. El comienzo del nuevo curso se presenta bastante complicado para él, ya que su único amigo ha muerto (según las malas lenguas, fue un suicidio), y su reputación empieza a ser la de un marginado.
Pero cuando conoce a Patrick y a Sam, un chico y una chica bastante alegres, vitales y con ganas de vivir a tope, la vida de Charlie da un vuelco espectacular. Pasará por borracheras, pellas, días complicados, su primer amor y miles de situaciones divertidas con las que es tan fácil reírte como aprender.
Cuando lo empecé a leer, no pude dejarlo. Simplemente, me pareció un libro tan sencillo y al mismo tiempo tan esencial para la vida que me enamoró. No es el libro más largo del mundo, ni el que tiene más palabras raras, al contrario, todo está contado desde el punto de vista y el lenguaje de un chaval de dieciséis años.
Después del éxito que tuvo la novela en Estados Unidos, Stephen vuelve para ponerse al frente de la dirección y producción de una película que tiene que ser garrafalmente bestial. No la he visto, pero me muero de ganas ;)
Os dejo con algunas frases que tal vez os hagan reír, pensar y animaros a leerlo:

"Creo que todo el mundo debería tener una caja de acuarelas, poesía magnética y una armónica".